Una de las virtudes de la muer es ser madre, brindando tiempo, dedicación y amor a nuestros hijos. Desde mi trinchera como mamá, he aprendido que el amor maternal es inigualable e incondicional. Verla crecer. Disfrutar sus pequeños logros, su llanto y su risa vale la pena.
A través de este mosaico quiero mostrar una semblanza del primer proceso de vida de mi hija, crear un bello mundo desde sus primeros pasos a partir de sus intereses y necesidades…
Hará posible entretejer su vida de sueños, anhelos e ilusiones.